lunes, 20 de febrero de 2012

''A mi no me des las gracias''

Cuando una persona llega a tu vida, es muy difícil determinar en ese momento la importancia que va a tener en la misma… 

He tenido toda clase de ‘’amigos’’: Los conocidos, los que están ahí solo cuando estás bien, los solidarios, los circunstanciales, los del bonche, los del trabajo, y los más importantes: los que están ahí en todo momento, sobre todo cuando ‘’la cosa’’ está difícil.

Mi experiencia, en estos casi 30 años, ha hecho cerrarme bastante en cuanto a dejar entrar abiertamente a una persona nueva a mi vida. No porque me hayan hecho  daño, sino porque por lo regular esos grandes amigos que me han acompañado cuando lo he necesitado son los mismos de hace 10, 15 años,  y por esta y otras razones mis verdaderos amigos se cuentan con los dedos de 1 sola mano, y sobran dedos.

Todo esto lo escribo porque sorpresivamente he ‘’conocido’’ a alguien recientemente que me ha demostrado que podría ser un@ de es@s  grandes amig@s. Se me complica tanto confiar abiertamente en alguien y contarle ‘’cosas’’ muy intimas, sobre todo en un momento tan difícil de mi vida. Y lo he hecho con esa persona, y la retroalimentación es tan sana, tan esperanzadora, tan del alma.

La cuestión es que he estado en comunicación con esa persona casi a diario durante los últimos 20 días aproximadamente, y en uno de esos días le escribí algo dándole las gracias por todo lo que estaba haciendo y lo tan al tanto que me tenia y su respuesta fue algo asi como ‘’A mi no me des las gracias, y acostumbrate’’. Esa frase me llegó hasta donde hace mucho no me llegaba nada.

Que cariño te he tomado JB, por última vez te doy las gracias.

Juan O. Suarez

jueves, 16 de febrero de 2012

Soneto de Santa Teresa

Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.

jueves, 9 de febrero de 2012

La Vida, Tiempo de Goce.

Hay quienes se resisten a morir sin haberse concedido una año, un mes, una hora de goce, y esperan ese don cultivando el silencio, vaciándose de culpas y de pánicos, descansando en el lecho del cansancio o evocando la infancia mas antigua.

Así, con la memoria en rebanadas, con ojos que investigan lo invisible y el desaliento tímido y portátil que se cubre y descubre a duras penas, así miden el cuerpo torpe, candido, ese montón de riesgos y de huesos, áspero de deseos como llagas que no elige agotarse mas se agota.

Merodean talvez por la nostalgia, ese usual laberinto de abandonos, buscan testigos y no los encuentran, salvo en las caravanas de fantasmas

Piden abrazos, pero nadie cae en la emboscada de los sentimientos, carne de espera, alma de esperanza, los desnudos se visten y no vuelven, el amor hace un alto en el camino, sorprendido in fraganti, condenado

Y no obstante siempre hay quien se resiste a irse sin gozar, sin apogeos, sin brevísimas cúspides de gloria, sin periquetes de felicidad.
Como si alguien en el mas allá, o quizás en el mas acá suplente, fuera a pedirle cuentas de por que no fue dichoso como puede serlo un bienaventurado del montón.

Benedetti.

jueves, 2 de febrero de 2012

El Club del 99



Érase una vez un rey, que a pesar de su lujoso estilo de vida, no era Feliz.

Un día, el Rey observó a un sirviente que cantaba alegremente mientras trabajaba. Esto fascinó al Rey, ¿por qué siendo él, el Supremo Soberano de la tierra, era tan desdichado y sombrío, mientras que en un humilde siervo había tanta alegría?. El rey preguntó al sirviente: “¿Por qué estás tan contento?”
El hombre respondió: “Su Majestad, yo soy nada más que un sirviente, pero mi familia y yo no necesitamos demasiado – sólo un techo sobre la cabeza y comida caliente para llenar nuestros estómagos”.

El rey no quedó satisfecho con esta respuesta. Más tarde en el día, solicitó el asesoramiento de su consejero de más confianza. Después de escuchar al Rey hablar sobre sus quejas, pesares y la historia del siervo, el consejero dijo: “Su Majestad, creo que el sirviente nunca ha sido parte de El Club 99″.
“El Club 99? Y qué es exactamente eso?” Preguntó el Rey.

El consejero respondió: “Su Majestad, para saber realmente lo que es el Club 99, usted debe colocar 99 monedas de oro en una bolsa y dejarla en la puerta de la casa del Sirviente.”

A la mañana siguiente el sirviete vio la bolsa, la reogió y la llevo adentro de su casa. Cuando abrió la bolsa, dió un gran grito de alegría … Cuantas monedas de oro!

Comenzó a contarlas todas. Después de varios intentos, quedó convencido de que había 99 monedas. Se preguntaba, “¿Qué podría haber ocurrido con la última moneda de oro? Seguramente, nadie dejaría 99 monedas!”
Buscó por todo lugar que pudo. Quizá se había extraviado, pero no la encontró. Finalmente, agotado, decidió que iba a tener que trabajar más que nunca para ganar que moneda de oro que le faltaba y completar las 100.

A partir de ese día, la vida de aquel el siervo cambió. Trabajaba en exceso, se tornó en un horriblemente gruñón, castigaba a su familia por no ayudarlo a ganarse la moneda de oro y dejó de cantar mientras trabajaba.

Testigo de esta transformación drástica, el Rey se mostró perplejo. Cuando él buscó de nuevo a su asesor, el asesor dijo: “Su Majestad, el siervo ahora oficialmente se ha sumado a El Club 99″.

Él continuó, “Se le llama El Club 99 a las personas que tienen lo suficiente para ser feliz, pero nunca lo son, porque siempre estan anhelando y luchando por esa extra y última “moneda” , retipindose a sí mismos:
“sólo tengo que obtener esa última cosa y Entonces voy a ser feliz para toda la vida. ” “o si yo tuviera … o fuera … entonces sería feliz para el resto de mi vida”

Podemos ser felices, incluso con muy poco en nuestras vidas, pero en el momento en que se nos da algo más grande y mejor, queremos más! Perdemos nuestro sueño, nuestra felicidad, herimos a la gente que nos rodea, y todos esto a un precio aun mayor.
De eso es lo se trata unirse a El Club 99.